La voz del poeta

Por Edgard E. Murillo

Un día de la Semana Santa pasada fui al cementerio oriental para participar en un servicio funerario; apenas hubo terminado, me aparté del conglomerado para buscar la tumba de mi amigo Rogelio que murió en la guerra. El sepulcro lo había encontrado por accidente hace ya varios años, una tarde que me dio por andar leyendo epitafios sin que nadie me lo pidiera, después de unas cuantas cervezas que tomé en un bar que quedaba frente a una gasolinera cercana; para entonces me sorprendí mucho porque no sabía que estaba enterrado allí, cerca del pabellón de los mártires de San José de la Mulas, a la orilla del callejón adoquinado que rodea el camposanto. Esta vez di rápidamente con la tumba porque recordaba que sobre ella había una losa de mármol color marfil, donde estaba una breve leyenda, adornada con dos logotipos bélicos en cada una de las esquinas superiores. Sigue leyendo

Novedades de la cuarentena

Por Edgard E. Murillo

Esta cuarentena, deliberada o forzada para descanso mío, y que tuvo por fortuna coincidir con la Semana Santa, me ha dado la oportunidad de detenerme en algunas cosas, las que, si bien no pasaban por desapercibidas, ahora puedo sorprenderme con ellas y describirlas con la mayor relajación posible. Hay aspectos meramente cotidianos que no mencionaré, solo me limitaré a los asuntos que este encierro ha develado de alguna manera. Sin más blablá, paso entonces a las novedades de mi cuarentena.

Primera novedad: He descansado de las redes sociales. Casi sin darme cuenta, desde que empeoró la crisis sanitaria a nivel mundial, he ido alejándome de las redes sociales. Tiene que ver algo con el cansancio que ocasiona el bombardeo de las noticias. Ya saben: sobreinformación es igual a desinformación. Pero mi distanciamiento tuvo que ver también con que en los últimos meses me he sentido contento, y como deben de suponer, no se puede estar pegado a Facebook o twitter si uno está nadando (aunque sea en un charquito) de felicidad. ¿El motivo de mi alegría? Bueno, digamos que estoy en una etapa mística de reencuentro conmigo mismo sin que esto signifique la gran cosa. Ya estaba preocupado, creí que nunca iba a volver a retozar a gusto con mi propia naturaleza. Sigue leyendo