El degenere del género

Por Edgard E. Murillo

Que alguien me de consuelo, por favor. Los niveles que tengo para soportar el abuso en contra de la lengua española están siendo rebasados. Ya no se trata de voces altisonantes o esporádicas, como las que provienen de la moda o del feminismo radical, sino que la embestida parece venir de todos los flancos, amenazando al español con demoler sus cimientos.

El asunto empezó con el desdoblamiento los/las, luego con la imposición de la arroba hasta volver insostenible la lectura, y ahora presenciamos escándalos lingüísticos que por decoro no podemos dejar de denunciar, como el político que dijo miembros y miembras. (Cuando escribí miembras en mi ordenador, un subrayado en rojo me dio la alerta, pero conste que jamás daré click en “Agregar al diccionario”)

Soy de los quijotes que morirá peleando por el español —o si se quiere, castellano — porque aparte que es el idioma ideal para hablar con Dios, según dijo Carlos V, caben muchas razones para defenderlo a dentelladas.

Como toda lengua, el español tiene su lógica y estructura propias; y si bien no puede propender a la rigidez ni mucho menos al inmovilismo, los cambios al mismo se deben a un proceso de incorporación paulatina y no a una innovación caprichosa que lo volvería arbitrario y enfadoso. Porque una cosa es que la Real Academia de la Lengua (RAE) haya incorporado palabras como cantinflear, faxear, o recientemente, tuitear, y otra que procedamos como el indio que cambia nombres del famoso programa de televisión.

¿Por qué una camilla se llama camilla y no camillo? ¿Porqué teléfono y no teléfona? Sencillo: porque existe algo llamado género gramatical. Todos sabemos que los géneros gramaticales pueden ser femeninos, masculinos o neutros, predominando los dos primeros en nuestro idioma. Una silla, una nube y una sombrilla se entienden por su género en femenino. No es que tengan sexo femenino, pues el lenguaje NO tiene sexo, sino porque su género es precisamente el femenino desde que se crearon esas palabras. Lo mismo puede decirse de reloj, árbol o autobús, que solo son comprendidos por su género en masculino. No puede haber reloja, ni árbola ni tampoco autobusa. A estas palabras marcadas por un género se les llama epicenos y tienen que ver mucho con las raíces de los fonemas y poco o nada con el sexismo o la discriminación.

Querer reducir nuestro idioma a un idioma “neutro” o “inocuo” no nos llevará a ninguna parte más que hacer el ridículo. ¿Por qué? Porque nuestra lengua, esa que nos legó Cervantes, tiene algo que se llama el género no marcado, el cual tiene que ver con el Principio de Economía, presente en todos los idiomas. Este principio de economía protege el idioma de cansancios, redundancias y abusos, todo para que la conversación y la lectura tengan coherencia, fluidez y lógica estructural.

Si decimos los niños, los profesores o los ciudadanos no hacemos referencia al sexo de ellos, sino que atendemos otros atributos, como la edad en el primer caso, la profesión en el segundo y la procedencia en el tercero, porque en estos casos opera el género no marcado, el cual actúa por defecto, abarcando tanto al género masculino como al femenino. Así ha sido desde que el español se precia de tal.

A pesar que me considero un feminista entusiasta tengo mis reservas con el llamado “enfoque de género” en el idioma, pues en honor a la verdad, una cosa es el enfoque y otro el abuso desbocado.   Repetir hasta el cansancio juez y jueza, alumno y alumna, diputados y diputadas, profesores y profesoras, médicos y médicas, indica más una romántica y obstinada actitud militante que una efectiva estrategia para eliminar las discriminaciones. Porque, como dice María Auxiliadora Barros, profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid, “una cosa es el sexismo intencional, como cuando dices murieron dos suecos y sus mujeres  y otra cosa es la corrección gramatical: los hermanos, los hijos, los colombianos. Eso se llama género no marcado y viene del latín.”

La RAE ha expresado que el uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino, y que por ello es correcto referirse como los alumnos a un grupo mixto, así cuando en el aula haya más mujeres que varones, por lo que los desdoblamientos los/las son artificiosos en innecesarios desde el punto de vista lingüístico, pues “en los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho al voto.”

Los radicales señalan que el español es androcéntrico, esto es, que gira en torno al hombre, y que al aplicar un “enfoque de género” (el género femenino, claro), los hispanohablantes dejaremos de discriminar a la mujer, como si la lengua fuese la culpable de tal discriminación. Lo dicho: El español no gira en torno al hombre, sino en torno al género masculino, en la mayoría de los casos, que es su género no marcado. Es verdad que el español es en ocasiones sexista, pero esto se debe a razones culturales más que lingüísticas.  Tampoco es del todo cierto que el español “invisibiliza” a las mujeres, pues podríamos tomar como ejemplo algunas lenguas árabes donde no existe el género masculino y ya sabemos cómo tratan a las mujeres en esas sociedades.

En otra ocasión me referí a lo extenuante que sería leer los encontronazos los/las, como los que están en el arto. 41 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que me permito transcribir:

“Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad, podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal o Fiscala General de la República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación, finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y aquellos contemplados en la ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional. ”

Debo confesar que quedé mareado cuando terminé de transcribir ese artículo, y no es para menos; es más, ahorita mismo voy a tomar un vaso de agua para re-asimilarlo. Vuelvo con la RAE:

“La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.”

Me da mucha pena que contemos con leyes muy hermosas, como el reciente Código de Familia, pero empañado por el abuso del desdoblamiento. Este cuerpo normativo repite “juez” y “jueza” hasta la saciedad, atentando contra el principio de economía del lenguaje. Por lo menos el Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, aprobado hace un par de años, empleó palabras “sustitutas” para no “herir el género”, tales como “El órgano judicial” “La autoridad judicial”, etc. Pero, ojo, no siempre estas sustituciones tienen un final feliz. Esta semana leí una circular emitida por la Corte Suprema de Justicia que recuerda los “Lineamientos del Plan Estratégico 2012-2021 para facilitar el acceso a la justicia de la Ciudadanía Nicaragüense”. Lo correcto hubiese sido escribir “facilitar el acceso a la justicia de los nicaragüenses”, pero a alguien no le gustó poner “los”, entonces lo sustituyó por “la ciudadanía”, cuando ciudadanía es una condición jurídica que excluye a los menores de edad y a los extranjeros no nacionalizados. ¿Por qué tener miedo de poner los nicaragüenses?

No sé si al final del cuento los farragosos desdoblamientos y las miembras y fiscalas saldrán ganando. Si eso sucede espero que falten muchísimos años, talvez unos trescientos; sin embargo, al paso que vamos — señaló Javier Marías — dentro de poco ya no se dirá mujer, sino mujera.

¡Dios nos ampare!

cervantesRetrato de don Miguel de Cervantes y Saavedra a punto de soltar una lágrima por tanto degenere.

24 comentarios en “El degenere del género

  1. Don Edgard recuerde que estamos en tiempos de cambios, por supuesto el idioma no va a ser la excepción. No comparto completamente con el degenere del género, para mí esta inclusión viene a ser una respuesta a la realidad social que vivimos, ya que estamos haciendo alusión a la reivindicación de la posición de mujer en la lengua y que viene a ser necesaria para formar una sociedad equitativa. Claro que al igual que usted crítico el abuso de «algunas palabras» como aquellas que tratan de generalizar pero sinceramente para mí no cumple esa función.

    Saludos y nos vemos por Sopas Any este fin de semana!

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    • Gracias Lois por tus comentarios y por estar parcialmente en desacuerdo con «el degenere». Estoy claro que la lengua es una realidad «viva», y por ende en evolución, pero hay cosas que a mi juicio no deben alterarse por motivaciones ideológicas, de lo contrario los idiomas no pudieran asirse ni traducirse. Un abrazo.

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  2. Pertinente, concreta y clara la entrada, te felicito!!
    Es bien jodido esto del lenguaje y las «nuevas tendencias» de la modernidad liguistica. He tenido muchas mujeres importantes en mi vida y por consiguiente apoyo totalmente el feminismo no radical, no tengo objeción alguna sobre la necesidad e importancia de reconocer a la mujer su lugar en igualdad de condiciones que el hombre.
    Pero no podemos obviar que la gramática tiene actualmente desencuentros y desaciertos entre la intención y el resultado lingüístico, que en ocasiones caen en lo absurdo o ridículo. Se confunde sexo con género y se trata de resolver un problema estructural de educación a través de la aplicación de «soluciones» que hieren la sensatez del lenguaje. El tono genérico de las palabras se vuelve discriminatorio o no en dependencia del tono utilizado por quien hace la vocalizacion de las mismas, las mismas palabras sirven para insultar como para loar a una persona.
    Tu artículo además de equilibrado, es advertencia sobre los abusos. Hay que crear una nueva línea de pensamiento y comportamiento en todos los nicaraguenses, que los lleve a olvidar todas las prácticas de infravaloración de las mujeres.
    El lenguaje en esencia es la piedra angular del entendimiento y todo lo que obstruya su fluidez y musicalidad es un despropósito. Como también es un despropósito creer que siempre hay discriminación en las expresiones construidas en masculino, cuya unica intención es la de abarcar ambos sexos sin necesidad de redundar. El lenguaje es bello y a través suyo hemos llegado hasta donde estamos. No debemos arriesgar la utilidad del idioma como herramienta de convivencia, entendimiento y relacionamiento entre hombres y mujeres.
    Dios nos libre de que algun día empecemos a leer y a decir: Las nicaraguensas y los nicaraguensos. ¿Demasiado femeninos y masculinos no crees?
    El uso indiscrimidado de Los/Las, a mi parecer no influye ni determina las relaciones de poder, no realza ni enajena la presencia de las mujeres; no hay trampas en el lenguaje en ese sentido. La igualdad de hombres y mujeres está mas allas del «los/las», porque al final la gramática no es la vida en la que día a día vemos incluso discriminación entre mujeres.
    Más bien hay que trabajar para que en la cotidianeidad de nuestra sociedad haya verdadera participación activa y efectiva de las mujeres; para que su lugar en la construcción de este nuevo mundo y de la historia moderna, no esté supeditado al uso y abuso de dos vocales, sino en los hechos concretos de la vida donde sin lugar a dudas ellas superan con creces a los hombres.
    Como cantaba James Brown:
    This is a man’s world, this is a man’s world
    But it wouldn’t be nothing, nothing without a woman or a girl!
    Un abrazo y que estés bien!!

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    • Víctor, has dicho bien: «El lenguaje en esencia es la piedra angular del entendimiento y todo lo que obstruya su fluidez y musicalidad es un despropósito. Como también es un despropósito creer que siempre hay discriminación en las expresiones construidas en masculino, cuya única intención es la de abarcar ambos sexos sin necesidad de redundar.» Ese podría ser el resumen de mi nota, gracias, siempre valoro tus comentarios. Si a discriminación se refiere, creo que existen otros aspectos que hay que afectar antes que entrarle al idioma acusándolo de «machista». La religión, por ejemplo. Pero ese será tema aparte (tan polémico como este). ¡Saludos!

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  3. Completamente de acuerdo mi estimado hermano. Este desdoblamiento no hace ninguna reivindicación de género. Las reivindicaciones sociales en favor de las mujeres se están llevando a cabo de forma material mediante la implementación de programas sociales y alguna legislación. Yo escuché en una juramentación en la Corte Suprema de Justicia: «Bienvenidos queridos testigos y testigas.» Yo me mantendré firme en el uso correcto del lenguaje, hablado y escrito. Estos «modismos» que así es que podría llamarse a esta corriente, parece que no va a terminar.

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  4. Cuando escribo y hablo desdoblo, invento palabras. Me interesa la Rae y las leyes de la gramática española, pero no las leyes injustas ni cuando la Rae es capaz de aceptar nuevos términos y nunca acepta los referidos a evitar el sexismo. Voy a seguir desdoblando e inventando palabras cada vez que necesite expresarme. El idioma tiene que servir para nuestras necesidades de comunicación. Y nunca el tema del sexismo tuvo que ver con la economía del lenguaje, sino que siempre ha tenido que ver con la necesidad de nombrar a las mujeres y su realidad. Todas tus amigas son feministas, ninguna se va a molestar por tus reflexiones.

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    • Hola Mildred: La RAE también ha hecho sus «gracias» (como cuando recientemente incluyó la palabra empoderar), pero en términos generales ha funcionado bien. De alguna forma desdoblar es bonito, y más rico inventar, solo que esas prácticas las entiendo como uso arbitrario de la licencia poética y no como necesarias para fortalecer la economía del lenguaje, ni mucho menos para apuntalar las reivindicaciones de los derechos de las mujeres. Mi crítica va contra el abuso, en la legislación principalmente. Gracias por comentar, te esperamos en Nicaragua pronto. ¡Saludos!

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  5. ya era hora de seguir insistiendo en evidenciar tanta ignorancia con los tales desdoblamientos tipos, lo que acertadamente la RAE llama «Osadia de la Ignorancia»

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  6. El feminismo en una lengua tan linda, como el español, no debe existir. Eso es absurdo y no puedo aceptarlo. Estoy a favor de la igualdad del hombre y la mujer, pero es ridiculo lo que esta sucediendo con nuestro idioma. Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Muchas gracias!

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  7. ADEMÁS SUENA MAL AL OÍDO,SEGUIRÉ FIRME EN EL CORRECTO USO DE LA LENGUA. MENOS MAL QUE LA RAE ES CLARA Y HAY REGLAS CLARAS Y CON
    CISAS EN LA GRAMÁTICA CASTELLANA. SIN ÉSTAS NUESTRO IDIOMA SERÍA UN CAOS PARA HABLARLO Y APRENDERLO , QUE DE HECHO ES DE LOS MÁS DIFÍCILES DE APRENDER. PERDÓN POR EL USO DE MAYÚSCULAS. UN SALUDO.

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